El desafío para un sistema financiero de múltiples stablecoins no es la emisión técnica o la claridad regulatoria, sino la interoperabilidad y la liquidez. Las stablecoins respaldadas por los Tesoros de EE. UU. son efectivamente "banca estrecha": depósitos sin riesgo sin préstamos de reserva fraccionaria, a diferencia de los depósitos bancarios tradicionales que parecen sin riesgo gracias al seguro de la FDIC y a las acrobacias regulatorias, pero que en realidad están respaldados por préstamos arriesgados. La Ley GENIUS codifica este modelo de "banco estrecho como stablecoin", excepto que prohíbe a los emisores pagar rendimiento directamente a los tenedores. Esto crea un incentivo obvio: si posees la stablecoin de otra persona, ellos capturan el rendimiento de las reservas. Si emites la tuya, te lo quedas, menos lo que pagues a tus distribuidores. Así que la gente pregunta: ¿no estará cada plataforma, billetera, institución y tesorería tentada a emitir su propia stablecoin, al menos detrás de su propio jardín amurallado? Luego, una segunda pregunta más difícil: ¿cómo transaccionarían miles de stablecoins —o incluso media docena que "realmente importan"— entre sí sin problemas y al par? ¿Qué infraestructura permite la aceptación y el intercambio sin fragmentarse en jardines amurallados donde cada stablecoin solo funciona dentro de su propio ecosistema? De nuevo, el verdadero desafío es la interoperabilidad y la liquidez, no la emisión. La respuesta puede determinar si obtenemos un sistema financiero abierto y componible o un lío fragmentado de bancos estrechos aislados.