Todas las culturas antiguas apreciaban los platos ricos en colágeno: Pho en Vietnam, sopa de pollo de las abuelas, sopa de rabo de toro en Inglaterra, Ramen en Japón, osso buco en Italia, curry de cabeza de pescado en la India, patas de cerdo en China... Sabían lo que olvidamos: colágeno = vitalidad.