Nunca he sido un gran lector de cuentos, pero lo compré al azar en una venta de la biblioteca y me he enamorado totalmente de la escritura de William Trevor. Es un maestro en hacer que te preocupes intensamente por los personajes en situaciones muy mundanas: alguien tomando el té, esperando un autobús, recordando una pequeña humillación de hace décadas (que una persona más adaptada emocionalmente podría haber olvidado). La mayoría de sus historias avanzan a través de pequeñas observaciones en lugar de mecánicas dramáticas de la trama, que pueden ser impredecibles como un dispositivo narrativo, pero funcionan maravillosamente aquí. Sus personajes son a menudo defectuosos, lamentables, personas que han hecho un desastre en sus vidas de manera predecible (o que han experimentado una gran desgracia) y, a veces, solo se vuelven conscientes de sí mismas cuando termina la historia. Pero nunca anuncia nada de esto directamente, y su prosa es simple y sin pretensiones, lo que para mí hace que el impacto emocional sea más fuerte. Todavía no he terminado, pero ya puedo decir que estaré triste cuando lo haga... Este libro es un descanso acogedor de estudiar minuciosamente manuscritos de no ficción todo el día 🥹