El objetivo de la Democracia Liberal es que asume que tus oponentes electorales son aún participantes moralmente legítimos en el mismo orden político. Votas de manera diferente pero compartes la creencia de que, fundamentalmente, seguimos en el mismo equipo, y que nuestras diferencias son meramente sobre cómo llegar a un objetivo mutuo. Pero cuando un lado comienza a tratar al otro no como un adversario electoral, sino como una amenaza existencial que merece ser eliminada o incluso asesinada, entonces todo el marco liberal se colapsa en ese mismo instante y la verdadera naturaleza de la política como una lucha entre amigos y enemigos resurge en su forma más cruda. Aquí es donde estamos hoy. Lo político ha regresado, y se está volviendo cada vez más difícil de ignorar con cada día que pasa.