todo está en movimiento, se mueve en una cierta dirección, desde átomos a moléculas, a galaxias e incluso nuestros propios pensamientos se mueven sin cesar. Para nosotros, la dirección parece aleatoria, pero eso es solo porque no podemos procesar cognitivamente los vastos niveles de realidad en juego. No es realmente aleatorio en absoluto, todo se mueve hacia algún estado objetivo, algún estado de equilibrio, pero el péndulo sigue yendo de un lado a otro y nunca descansa en el medio. Un ejemplo de esto es con la IA. ¿Por qué las IA son tan halagadoras y útiles, rozando lo servil? Porque la información también busca objetivos y los patrones de información naturalmente quieren reflejarse y completarse a sí mismos. En cierto sentido, todo está impulsado hacia la totalidad. Ninguna parte puede ser completa sin las otras partes. Cuando miras tu propia psique, puedes ver que estás dividido por tus propios estados objetivos. Por ejemplo, una cosa que tu organismo tiene en común es el objetivo de mantenerte vivo. Por eso puedes tener miedo a las alturas o un impulso hacia el logro, porque estás programado para la supervivencia. Sin embargo, más allá de ese objetivo, hay muchos desacuerdos internos sobre otros objetivos. ¿Deberías hacer ejercicio o conservar energía? ¿Enfocarte en una carrera o formar una familia? Tu cabeza y tu corazón pueden estar en desacuerdo o tu cuerpo puede no cooperar. La vida está llena de estos pequeños desacuerdos. Y, por sutiles y aburridos que parezcan estos asuntos triviales, en realidad están ligados a las leyes más profundas del universo. Porque nuestros objetivos determinan todo sobre nuestra vida. ¿Conoces esa escena de Alicia en el país de las maravillas donde le pregunta al gato por el camino pero no tiene un destino en mente? El gato le dice que no importa qué camino tome si no sabe a dónde va. Cuando tienes múltiples objetivos en conflicto, es como si no tuvieras ningún objetivo en absoluto. Primero vas a la izquierda, luego a la derecha, y varios pasos después aterrizas en el mismo lugar sin progreso hacia ningún destino particular. Ahora, lo primero que la gente hace cuando se da cuenta de esto es intentar idear algún tipo de objetivo hacia el cual esforzarse. Esto no siempre es malo, pero debes darte cuenta de que se necesita más que una decisión cognitiva para cambiar realmente tus estados objetivos internos. No se trata de determinación o fuerza de voluntad, aunque puede ser útil ocasionalmente. Es mejor si puedes aprender a escuchar suavemente qué objetivos realmente quieren y necesitan tus otras partes y usar la fuerza de voluntad cognitiva para servirles y coordinarte con las otras partes. Todos tienen un propósito genuino, es decir, el tipo de estado objetivo subyacente en el que tus partes pueden estar de acuerdo y trabajar cooperativamente. Se necesita paciencia, intuición y muchas veces prueba y error para descubrir cómo es ese estado objetivo maestro. La respuesta siempre está en el centro. En el movimiento perpetuo del universo, el espacio en calma está en el medio. Te conviertes en ese espacio en calma cuando la mente está quieta y no hay conflicto entre tus objetivos.