Todos los días, revisas los gráficos. Los mismos gráficos todos los días. Necesitas que los precios suban. Mucho. No estos pequeños movimientos del 2%. Estás pegado a las pantallas, prisionero del mercado, ansioso de dopamina constante. La verdad es que estás tan acostumbrado a esto que no lo quieres de otra manera. Estás casado con el juego.