Después de dos años de pérdidas y sufrimientos inimaginables para las familias israelíes y el pueblo de Gaza, todos debemos sentirnos alentados y aliviados de que se vislumbre el fin del conflicto; que los rehenes que aún están retenidos se reunirán con sus familias; y que la ayuda vital puede comenzar a llegar a aquellos dentro de Gaza cuyas vidas han sido destrozadas. Sin embargo, más que eso, ahora recae en israelíes y palestinos, con el apoyo de Estados Unidos y toda la comunidad mundial, comenzar la difícil tarea de reconstruir Gaza, y comprometerse con un proceso que, al reconocer la humanidad común y los derechos básicos de ambos pueblos, pueda lograr una paz duradera.