Tengo TDAH. No arruina mi vida, pero definitivamente la moldea. Puedo manejar mucho, pero a veces choco contra una pared, no porque sea incapaz, sino porque hay demasiado en mi plato y mi cerebro no puede priorizar lo que importa en este momento. Estoy constantemente equilibrando ideas, tareas, plazos y distracciones. Algunos días todo encaja. Otros días, todo se siente igualmente urgente – o igualmente olvidable. Pero aquí está el lado positivo: Cuando estoy concentrado, hago más en 2 horas que la mayoría en un día. Cuando me importa, realmente me importa. Cuando algo me atrapa, profundizo más que nadie. El TDAH no es una maldición. Es un sistema operativo diferente. Una vez que aprendes a usarlo, puede ser una ventaja masiva.
119.35K