"La Izquierda se apoderó de cada institución en este país hace más de una década. ¿Por qué no se detuvieron cuando ya tenían el poder?" No se detuvieron porque literalmente no pudieron. Y no pudieron porque el poder sin trascendencia no tiene frenos. Antes del siglo XX, el poder político se basaba en algo más alto que la humanidad misma. Había un entendimiento de que el poder en sí era responsable ante Dios, o ante el trono y el altar, ante tus antepasados, o incluso ante nociones clásicas de conceptos metafísicos como el honor, el deber y la virtud. La trascendencia siempre funcionó como el freno del poder. El progresismo no tiene nada de eso. Todo el proyecto es puramente inmanente. Como no hay nada más alto a lo que apelar y nada eterno contra lo que medirse, CADA instancia de poder político de izquierda debe justificarse a través de una revolución perpetua. Stephen Miller tiene razón cuando dice que estas personas no pueden construir nada, crear nada o preservar nada. Solo pueden deconstruir y corromper sin cesar lo que ya existe... lo que significa que los Progresistas están destinados a empujar siempre los límites hasta romper permanentemente todo el sistema. Y están peligrosamente cerca de romper el sistema. No puede pasar mucho tiempo más.