Me gusta pensar (¡y cuanto antes mejor!) en un prado cibernético donde mamíferos y computadoras viven juntos en una programación armoniosa como agua pura tocando cielo claro. Me gusta pensar (¡ahora mismo, por favor!) en un bosque cibernético lleno de pinos y electrónica donde ciervos pasean pacíficamente junto a computadoras como si fueran flores con pétalos giratorios. Me gusta pensar (¡tiene que ser!) en una ecología cibernética donde somos libres de nuestras labores y estamos de vuelta a la naturaleza, regresados a nuestros hermanos y hermanas mamíferos, y todos vigilados por máquinas de gracia amorosa.